ÓSCAR CASTRO Y ÁNGEL RETAMAR Decanos de los colegios de Ingenieros Técnicos en Informática e Ingenieros en Informática del Principado
Óscar Castro y Ángel Retamar son los decanos de los colegios de Ingenieros Técnicos e Ingenieros en Informática del Principado. Recién conocido un acuerdo de colaboración entre ambas entidades para impulsar acciones formativas conjuntas y colaboraciones con el sector empresarial, hablan de los principales desafíos de un sector que, a su juicio, se encuentra muy cerrado en sí mismo y que conviene impulsar desde la base: la formación.
-¿Cuáles son los retos de las TIC en Asturias?
-ÓSCAR CASTRO (O. C.): El objetivo es fomentar la industria TIC como un motor económico para Asturias. Se acaba el carbón, Aceralia depende de Mittal y tenemos poco más. Una de las candidatas a ocupar todo eso que van dejando antiguas industrias es la industria tecnológica, con la informática a la cabeza.
-ÁNGEL RETAMAR (A. R.): No es porque sea nuestro sector, sino porque analizándolo fríamente tenemos muchas posibilidades. Tenemos escuelas, fundaciones, empresas e infraestructuras y personas.
-¿Qué medidas proponen?
-A. R.: Google lo que hace con sus oficinas es poner futbolines y un montón de cosas que simulan un campus universitario, el entorno de máxima creatividad que hay. Ellos cogen gente muy creativa, la ponen en un espacio como si fuera una jaula de hámster para hacer algo y ahí es de donde salen todas las ideas de Google. No es algo que se genere de la nada.
-Pero no todas las tecnológicas pueden ser Google…
-A. R.: Pero es que en Asturias el caso es el contrario: las empresas están haciendo consultoría para el Principado y ayuntamientos, pero no tienen tiempo para ponerse a hacer I+D y convertir esas ideas en producto. Por eso es tan importante aprovechar el potencial de los proyectos fin de carrera. Es una forma de empezar a conocer a los futuros empleados y de que ellos sepan de ti. Lo que no es productivo es tener 50 o 60 proyectos al año que acaban en un cajón o en un artículo de una publicación científica, que para la Universidad viene muy bien, pero para la región, no.
-No son los únicos que piden que Universidad y empresas unan fuerzas.
-A. R.: Un punto importante es la confianza. No sé si es por la idiosincrasia del informático o por la competencia feroz, pero el mayor problema de que no se colabore ni con la Universidad ni con centros tecnológicos ni entre sí las empresas es porque hay mucha desconfianza. Y cada uno incentiva por separado y con unos objetivos que no tienen en cuenta a los demás. La Universidad española está en el noveno puesto en la publicación de artículos científicos y en el cuarenta y pico de transferencia tecnológica.
-¿Dónde hay que atacar: en las empresas o en la formación?
-O. C.: Yo no sé cuál es el responsable de esto, pero lo que se me ocurre son soluciones. Lo primero, en el plano educativo. Ir a los centros de Primaria y Secundaria y formar a nivel digital a los profesionales, ya sean de la informática o de otro sector, pero tienen que manejar ya las herramientas digitales como el padrenuestro. Y después, la colaboración entre la Administración y las empresas.
-¿A dónde pretenden llegar?
-A. R.: Esto de la industria TIC tampoco es que sea una quijotada nuestra. En Galicia nos duplican en volumen de PIB, en el País Vasco nos triplican; son cifras que no encajan… En España está en torno al 6%, concentrado en Madrid y Barcelona, y aquí estamos en el 1,6.
-¿La Universidad asturiana está formando a los profesionales que la industria necesita?
-O. C.: Uno de nuestros objetivos es crear un observatorio de la profesión, porque existen datos pero aislados. Sabemos que en Asturias hay unas 600 empresas TIC, pero por lo que te dicen por ahí, y 6.500 personas trabajando, pero nada fiable. Lo que tenemos seguro son los datos de titulados: en total, en Asturias, desde que se crearon las escuelas de Informática, salieron unos 5.000.
-¿Por qué un observatorio de la profesión?
-O. C.: Queremos saber cuánto gasta la Administración pública asturiana en formar profesionales para que produzcan en otra región o en otro país. Es un dato que hay que tener en cuenta, porque si tus titulados se quedan fuera es porque no tienen posibilidad de volver aquí. Ante la falta de industria hay que buscar soluciones. Y para generar una gran industria TIC en Asturias hay que sacar buenos profesionales. La Universidad da buenos titulados, pero eso no quita para que los dé mejores.
-¿Cómo?
-A. R.: Falta esa visión de empresa que la Universidad no puede dar y las empresas, sí. Con un compromiso claro con la Administración se puede lograr.
-Hablan del potencial económico del sector TIC, pero ¿cómo está aguantando la crisis?
-O. C.: Es el que mejor lo está pasando. Cuando otros están tirando el empleo, éste lo está manteniendo y hasta ahora ha habido empresas que han contratado. Es lo mismo que pasa con el tema de la publicidad. En tiempos de crisis, a lo mejor es ahora cuando tienes que empezar a invertir en informática y ahorrar costes en otras cosas.
-¿Por ejemplo?
-A. R.: La informática es productividad. El 50% de todas las medidas aplicadas a la mejora de la productividad en los últimos diez años, ya sea en forma de reformas laborales, eficiencia energética, racionalización de horarios… viene por utilizar herramientas informáticas. Por eso es tan importante la alfabetización digital desde el principio. Si tenemos gente en una empresa que no sabe arrancar un ordenador, estamos perdiendo el 50% de las mejoras de productividad que podemos tener.
-¿El proyecto «Escuela 2.0», con la entrega de portátiles para los alumnos de 5.º de Primaria, cumple esos objetivos?
-O. C.: Creen que sólo con el portátil ya lo arreglan todo. Es un sinsentido. Hacer las cosas generalistas es gastar dinero. Mejor dale facilidades a quien no tiene un ordenador y no se lo puede pagar su familia, como las becas. Es más importante que esté bien formada la persona que está detrás de los alumnos, aunque tengan un sólo ordenador.
-A. R.: Este sector no depende de una materia prima o de grandes máquinas, sino del capital humano. El dinero hay que gastarlo en mejorar el conocimiento.
-¿Qué me dicen de salir fuera?
-O. C.: Está ya todo infectado de productos «made in India», y dentro de poco va a venir con el software. Para competir con ellos la clave es la calidad: con mejores profesionales y productos.
-A. R.: El problema es el modelo de negocio de consultorías que hay aquí. No es un modelo de negocio muy orientado a la calidad, porque cuando se hace una venta de este tipo el trabajo es mínimo. Se gana la oferta, coges el proyecto, cobras y a partir de ahí es desarrollarlo intentando el mínimo gasto posible.
-O. C.: Al final, cuando haces un contrato con la Administración es muy difícil que no te paguen, aunque lo hayas hecho mal y luego no valga para nada. Sólo se valora el precio a la baja, no la calidad.
-¿Cuáles son las consecuencias de ese modelo de negocio?
-A. R.: Es un problema que nos va a llegar y que en el resto de España ya lo están notando, porque la lucha de precios es salvaje. Están cubriendo casi gastos, con la consiguiente merma de la calidad, y ése es un negocio que está abocado al fracaso.
-O. C.: Además, es un mercado muy cerrado, es decir, todo se consume aquí, dentro de Asturias, y el impulso sería romper ese círculo para que se empiece a exportar. La industria TIC tiene que cambiar el modelo del servicio local que presta a producto exportable, porque es la única forma de crecer. Hay que fomentar una industria que traiga dinero a Asturias.
-¿Se vinculó en exceso en sus inicios a la Administración?
-A. R.: En el inicio, no, ahora. Y todas las empresas. El 80% de su volumen de negocio es la Administración, que es la mayor empresa que consume TIC en Asturias. Ése es nuestro lastre, pero también una ventaja, porque tenemos mucha experiencia en áreas como justicia, sanidad, educación… y eso es lo que te puede llevar fuera. Tenemos la materia prima, nos queda salir a comercializarlo.
-¿Cuál es el área más pujante?
-A. R.: El videojuego es un negocio que mueve muchos millones al año y en España el 99% es producción extranjera, cuando tiene la ventaja de que no implica esfuerzos enormes y el rendimiento es alto.